viernes, 3 de septiembre de 2010

Una historia en penumbras:Capitulo 5: La persecución

Ya había atravesado el largo y oscuro pasillo por donde se había ido Ramirez. Todo estaba tranquilo y no lograba escuchar ningún ruido que me indicara la posición del viejo. Lo único que lograba escuchar era la lluvia y algunos relámpagos desde afuera.
De repente, a lo largo del pasillo logré distinguir una luz de una habitación y una especie de sombra moviéndose en el mismo lugar, parecía ser la sombra del viejo, por lo que decidí seguir para mirar más de cerca.
Cuanto más me acercaba al final del pasillo, más latía mi corazón, sentía que mis latidos podrían alertar a Ramirez de tan fuerte que sonaban. Fui acercándome, más y más, hasta estar en el borde, al lado de la habitación. Se podían distinguir una especie de gemido raro, alguien o “algo” estaba en esa habitación. Mis latidos eran tan fuertes que parecía que el corazón se me saltaría del pecho, mi respiración se iba nublando. Los raros gemidos iban cada ves más fuertes, hasta que se convirtieron en una especie de gritos o llantos macabros, los cuales me erizaron los pelo. Estaba asustado, pero si quería saber que era en verdad ese hombre debía mirar, debía tomar la valentía de donde quiera que estuviese y mirar en ese baño. Me acerque lento, intenté asomar la cabeza poco a poco, pero antes de que pudiese mirar algo… un grito de horror me asustó, el grito de una mujer.
Ese grito hizo que me cayera al suelo de un golpe, y desde el suelo miré rápidamente a la habitación, con el corazón en la garganta. Pero no había nada, solo un baño común y corriente, con un foco encendido que se balanceaba a un lado y a otro desde el techo.
Estaba en verdad confuso, de seguro había escuchado algo en esa habitación. Antes de reaccionar y de que pudiese levantarme, un escalofrío me recorrió por toda la espalda, seguida de la sensación de un dedo pinchándome la espalda. Me giré repentinamente y miré hacia todos lados, hasta que por fin pude ver al final de uno de los interminables pasillos, una sombra que corría y se dirigía a otra habitación. La sombra giro en uno de los pasillos y yo rápidamente me levanté y la seguí tan rápido como pude.
Doblé en el pasillo y seguí corriendo hasta pasar por al lado de una habitación, y paso algo extremadamente raro. Todo se torno lento, parecía que estaba en cámara lenta y además, cuando parpadee y abrí los ojos nuevamente, toda la casa estaba diferente, como si estuviese nueva, con pinturas renovadas y luces de lámparas en todas partes.
Todavía seguía en cámara lenta, toda mi percepción era lenta, todo lo que me rodeaba era lento. Giré mi cabeza y mire al interior de la habitación por la que pasaba, y pude ver a la sombra, al lado de una cama matrimonial, y de repente la sombra que veía se transformo en un hombre, un hombre que hacía algo… estaba… agachado, junto a una mujer joven, la mujer estaba recostada y se podía ver que estaba pataleando, ¿Qué le hacía ese hombre?, miré unos segundos más hasta que por fin descubrí que estaba haciendo, la estaba matando, la estaba ahorcando. Miré sorprendido y cuando intente decir unas palabras para ahuyentar al asesino, este me miró con unos ojos blancos y brillantes y antes de que pudiese darme cuenta… tenía ese rostro a unos pocos centímetros de mi cara.
Me espante tanto que tropecé, y cuando levanté la mirada, todo era normal, todo volvió a ser como era antes, una casa desarreglada y a oscuras. Pero había algo que me molestaba, yo reconocí esa cara, la cara del asesino, es cara… no podía estar equivocado, pero… ¿Sería posible que fuese… Don Ramirez?
No pude pensar mucho porque había alguien observándome, miré otra vez hacia delante y pude avistar a la sombra de antes, quieta. La miré unos segundos, pero esta comenzó a correr desesperadamente y yo lo único que logré hacer fue perseguirla.
La seguí y la seguí por varios rincones de la casa, hasta llegar a una habitación rara, muy amplia y oscura. La sombra que perseguía ya se había esfumado, yo intenté avanzar unos pasos, y de repente se prendieron todas las luces y pude ver… un cuadro gigantesco, enorme de dos personas, un hombre y una mujer, bien vestidos y con caras serias. Los ojos del cuadro parecían mirarme y cuando pestañee, pasó exactamente lo mismo que antes, toda mi percepción de la casa cambió y una vez más estaba en cámara lenta. Observé una vez mas el cuadro y pude notar algo… algo en el cuadro faltaba… ¡faltaban las personas! .
Miré espantado todo en la habitación, hasta que pude ver una vez mas, a la extraña sombra… esta comenzó a acercarse lentamente, pero a medida que se acercaba, iba aumentando su velocidad hasta que arranco a correr como si fuese un caballo de carreras. Desesperadamente corrí todo lo que pude, por todo los pasillos, buscando la salida de ese infierno, hasta que de repente caí y cuando levante la mirada, estaba una vez mas en el salón en donde se encontraban mis amigos, sentados en los almohadones y mirándome raro. A un costado, sentado en el sillón de terciopelo rojo, se encontraba Ramirez, mirándome de una forma seria, pero serena, como que si no hubiese pasado nada.
Yo todavía aturdido miraba hacía todos lados buscando la tenebrosa sombra que me perseguía hasta que un llamado me devolvió a la realidad:

-¿Pablo? ¿Qué haces? (Miré todavía asustado a Julieta, que no entendía lo que pasaba)
-Yo… no se… estaba…
-¿Terminó sus necesidades en el baño?

Miré al viejo desgraciado que me dirigió la palabra, y pude notar una leve sonrisa, ¿acaso sería él el que organizo todo esto?, no importa, porque ahora sabía que había algo raro en todo esto, sabía que tenía una misión: sacar a mis amigos de este condenado infierno. Y aún había una incógnita que resolver, ese “hombre” que estaba ahorcando a esa mujer, ¿en verdad era Ramirez? Y si fuese así ¿Por qué la mataría?

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