viernes, 20 de noviembre de 2009

La Casada Infiel


Y que yo me la lleve al rio

creyendo que era mozuela,

pero tenia marido.

Fue la noche de Santiago

y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles

y se encendieron los grillos.

En las ultimas esquinas

toque sus pechos dormidos,

y se me abrieron de pronto

como ramos de jacintos.

El almidon de su enagua

me sonaba en el oido

como una pieza de seda

rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas

los arboles han crecido,

y un horizonte de perros

ladra muy lejos del rio.


Pasadas las zarzamoras,

los juncos y los espinos,

bajo su mata de pelo

hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quite la corbata.

Ella se quito el vestido.

Yo, el cinturon con revolver.

Ella, sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas

tienen el cutis tan fino,

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban

como peces sorprendidos

la mitad llenos de lumbre,

la mitad llenos de frio.


Aquella noche corri

el mejor de los caminos,

montado en potra de nacar

sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,

las cosas que ella me dijo.

La luz del entendimiento

me hace ser muy comedido.

Sucia de besos y arena,

yo me la lleve del rio.

Con el aire se batian

las espadas de los lirios.


Me porte como quien soy.

Como un gitano legitimo.

Le regale un costurero

grande,de raso pajiso,

y no quise enamorarme

porque teniendo marido

me dijo que era mozuela

cuando la llevaba al rio.

Federico Garcìa Lorca

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