Con arenas ardientes que labran una cifra de fuego sobre
el tiempo
con una ley salvaje de animales que acechan el peligro
desde su madriguera,
con el vértigo de mirar hacia arriba,
con tu amor que se enciende de pronto como una
lámpara en medio de la noche, con pequeños fragmentos de un mundo consagrado para
la idolatría,
con la dulzura de dormir con toda tu piel cubriendo el
costado del medio,
a la sombra del ocio que abría tiernamente un abanico
de praderas celeste,
hiciste día a día la soledad que tengo.
Mi soledad está hecha de tí.
LLeva tu nombre en su versión de piedra,
En su silencio tenso donde pueden sonar todas las
melodías del infierno;
camina junto a mí con tu paso vacío,
y tiene, como tú, esa mirada de mirar que me voy más
lejos cada vez,
hasta un fulgor de ayer que se disuelve en lágrimas, en
nunca.
re lindo lo que escribiste...je
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