domingo, 18 de julio de 2010

Leelo, porque a VOS te hace falta: La envidia es una declaración de inferioridad. Napoleón Bonaparte

Conclusión muy simple en realidad: la solución para la envidia es estar conformes con lo que somos y con lo que tenemos. Simple de deducir, complejo de aplicar.
Habría que encontrar ese equilibrio y esa paz interior, habría que separarnos a nosotros de los demás; diferenciar entre mis expectativas y metas, de las del otro.
Porque si vos ahorraste 10 mangos para comprarte una pelota amarilla que yo quiero, no gano nada desacreditándote a tus espaldas porque vos la tenes y yo no, ni hablando como si la pelota no me importara; esa bronca, esa envidia, probablemente no me deje concentrarme para ahorrar mis 10 pesos, lo cual sería mucho más fácil y me conllevaría de una manera muchísimo más sana a concluir mi deseo. Sin embargo somos tan retorcidos…

Que vos tengas la pelota no quiere decir que yo no la pueda conseguir, no tiene nada que ver que vos la tengas con que yo la quiera tener; vos sos Vos, y yo soy Yo.
Pero así somos.

En cambio, ahora... querer tener TU pelota y no otra, encapricharme con esa y envidiarte por eso, querer sabotearte conciente e inconcientemente, aunque hayan miles iguales o parecidas, miles que cumplan con las características que yo pretendo de una pelota; es la muestra más fuerte de lo retorcido de lo que hablo, porque ya mezcla por completo el concepto de yo mismo y del otro, ya no nos interesa el objeto en si, sino que lo tiene el otro y yo no.
Nos olvidamos de a qué queríamos jugar, solo sabemos que el otro no la puede tener. Esta, es la muestra más egoísta, más envidiosa, la que evidencia la mayor clase de inseguridad sobre nosotros mismos.
Porque si yo estoy segura de que yo puedo tener lo que quiero, no necesito intentar sacarle a los demás lo que tienen para sentirme segura, y por eso digo, ya no es el objeto en si, sino nuestro deseo de sentirnos más poderosos que otro; y esto es lo más decadente de todo, no solo por el hecho de que delata cuan débiles, e inferiores nos sentimos en verdad que necesitamos mostrarle al resto que podemos sacarle a otro algo que tenía; sino por algo mucho más grave. Nunca vamos a ser felices. (“La envidia es una declaración de inferioridad“, somos inferiores en cuanto así nos sentimos).

Yo quiero tu pelota y creo que cuando la consiga, la TUYA, voy a ser feliz. La idealizo, me obsesiono; hasta no conseguirla no paro. No me gusta la pelota, o ni siquiera la conozco lo suficiente como para saber si me gustaría o no, sólo la quiero porque vos la tenes y yo no, pero no soy conciente hasta que... Te la saco y me voy corriendo, y qué? me doy cuenta de que feliz no me hace, que no tiene nada en particular, y así voy a ir de persona en persona, pelota en pelota, dejando una y queriendo tomar otra. Nunca conociendo la verdadera felicidad que produce jugar con una de esas, porque no me quiero, porque no me confío, porque me olvido de para qué sirve la pelota, solo se que vos la tenes y así empiezo a sentir una falsa falta, y por qué? Si yo puedo ser mejor que vos. (Soy mejor así?).
Conseguir algo por mis propios medios no me alcanza, te lo saco a vos y creo ingenuamente así reforzar mi autoestima, pero sigo siendo el mismo débil que antes, no conozco mis verdaderas necesidades, no me conozco y no me quiero, nunca voy a saber como satisfacerlas, mi satisfacción se va a limitar al momento de gloria (corto momento), en el que me di cuenta de que te lo pude sacar; cuando vos no muestres más dolor por haber perdido lo que yo te robe (prestar atención a lo grave de esto: satisfacción en el dolor de otro), me aburrí, en el momento en que vos no mostraste mas desgano por lo que yo conseguí me aburrí y fui en busca de otra.
Somos enfermos.

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