Una historia en penumbras: Capítulo 1: El comiezo de la pesdilla

Un alumno de 1º Humanidades y Ciencias Sociales ha comenzado a escribir una novela. Día a día nos irá presentándola. Gracias Nacho por compartir tu experiencia en nuestro blog !

He pasado todas las noches soñando lo mismo, no puedo sacarme el recuerdo de la cabeza, aùn pasando tanto tiempo sigo acordándome de sus caras, de los momentos vividos con ellos, de todo lo que pasamos juntos. Pero de repente vienen todas las memorias de esa noche, esa horripilante noche que jamás olvidaré. Pareciera que puedo ver la cara de Mara asustada por el cadáver destrozado de Cecilia, o como si estuviese ahí en el momento en que todos son descuartizados uno por uno.

Ya no puedo más, quiero que esto cese, quiero que los gritos en mi mente paren de una vez, no puedo quitarme esa molestia, esa culpa que me carcome, la culpa de no haberlos ayudado en su momento, de haber sobrevivido y ellos no. ¿Por qué? ¿Por qué aún estoy con vida? No he podido parar el sufrimiento desde ese entonces, he probado de todo, lo he confesado todo pero me han tratado de loco, todos dicen que es imposible que haya sido… esa… cosa, solo dicen que fue un asesino y que yo quedé traumado por la muerte de mis amigos, pero no es verdad, yo se lo que pasó y estoy en mis 5 sentidos para poder contarlo.

Todo pasó esa noche de agosto en el año 1990, cuando tenía 16, ese día parecía todo normal, pero ya sabía que algo iba a ir mal… ese hombre nunca me gustó, sabía que no era trigo limpio y aún así me callé y no dije nada.

Era el Sr. Ramírez, que se había mudado a Villa Urquiza hacía dos meses y estaba cerca de nuestro barrio, en la mansión de la colina, una casa inmensa que había sido abandonada hace años. Antes de que naciéramos esa casa ya estaba totalmente deshabitada. Mara se había hecho amiga del viejo, y dijo que nos invitaba a escuchar una historia de terror un sábado a las 12 de la noche ¿Cómo pudimos creerle? ¿Cómo pudimos escaparnos de casa e ir a esa mansión toda destrozada? Supongo que en ese momento no lo sabía y si lo hubiese sabido nunca hubiera permitido que ellos fueran. No importa el porqué pero sólo seguí a mis amigos y llegamos a esa macabra mansión, y cuando entramos vimos el gigantesco salón, con una chimenea prendida y un sillón al lado. Frente al sillón había 5 almohadones para que nos sentáramos.

Él era un hombre de unos 75 años, muy poco pelo y el que tenía era blanco, con un traje viejo pero elegante y muy limpio, se notaba que era una persona pulcra porque siempre estaba totalmente arreglado como si fuese a salir de gala. Cuando nos abrió nos miró con una sonrisa y una cara de sorpresa, nos dejó pasar y nos dijo:

-Bueno, les digo la verdad pensé que ya no iban a venir, como es sábado a la noche creí que chicos de su edad iban a salir a un boliche o algo así…

-¡Pero si acá no hay boliches! Estábamos muy aburridos, así que vinimos a hacerle compañía. (Dijo Mara, ella siempre fue amable y tierna con todos, nunca le dio la espalda a nadie y se puede decir que tenía cierta amistad con don Ramirez)

-Gracias querida, siempre sos un sol conmigo…

-De nada Sr., ¿nos podemos sentar?

-Sí, si pasen, ¿Cómo no?

De repente, francamente de la nada, comenzó a llover, era tan raro… la noche tan hermosa, con extraña calidez para ser invierno… ¿Cómo puede cambiar tan rápido el clima? Fue él, no se como lo hizo, pero sé que fue él, para poder atraparnos, para tenernos a su merced. Nosotros caímos en su trampa, todo acabó para nosotros en el momento de entrar en esa endemoniada casa. Julieta, inteligente como siempre, fue la primera en percatarse de que el clima no estaba bien, pero no la escuchamos. Nos sentamos en esos cómodos almohadones, al lado del cálido fuego en ese salón inmenso con una luz tenue y hermosa que le dio un ambiente misterioso al momento. Parecía ser todo tan bueno, que sólo ahora me doy cuenta de que no podía ser tan perfecto… Sí,… ese fue el principio de la pesadilla, del temor, del pánico… de… la muerte.