Hay una verdad que supera cualquier especulación. Los editores tienen sentido en el mundo de la información y de la comunicación, solamente porque existe gente ávida de recibir el producto de sus elucubraciones. Personas inquietas que quieren saber más, espíritus que no se conforman con el pasar de las horas y que pretenden completar el cofre del conocimiento. Sin ellos, nuestra tarea estaría perdida. Sería una mera quimera en un océano de voluntades individuales.
Por suerte el lector se yergue firme dentro de los más estrictos cánones de la exigencia. Pide, y mucho. Descree. Compara. Juzga. Descarta. Critica. Acompaña. Abandona.
Y nuestra tarea, la de quienes tenemos la responsabilidad de responder a esa demanda casi esquizofrénica, es la de balancearnos en ese terreno sin perder el rumbo.
Y está bien que las cosas funcionen así. Nadie en esta actividad tiene al lector “comprado” o convencido de por vida. Esta inestabilidad en las necesidades de los lectores nos obliga a tener los ojos bien abiertos, para dar respuesta exacta a las apetencias intelectuales del público.
Particularmente me da mucho gusto trabajar para una audiencia. Ponerme en el lugar del lector todo el tiempo (que es mi sitio preferido, por otra parte) y juzgar de qué debemos escribir mes a mes, qué material seleccionar de todas las colaboraciones internacionales que tiene esta gran revista, cuáles son mejores temas que otros para abordar una investigación local, sea en Chile, en Uruguay, en Argentina.
Y nuestra tarea, la de quienes tenemos la responsabilidad de responder a esa demanda casi esquizofrénica, es la de balancearnos en ese terreno sin perder el rumbo.
Y está bien que las cosas funcionen así. Nadie en esta actividad tiene al lector “comprado” o convencido de por vida. Esta inestabilidad en las necesidades de los lectores nos obliga a tener los ojos bien abiertos, para dar respuesta exacta a las apetencias intelectuales del público.
Particularmente me da mucho gusto trabajar para una audiencia. Ponerme en el lugar del lector todo el tiempo (que es mi sitio preferido, por otra parte) y juzgar de qué debemos escribir mes a mes, qué material seleccionar de todas las colaboraciones internacionales que tiene esta gran revista, cuáles son mejores temas que otros para abordar una investigación local, sea en Chile, en Uruguay, en Argentina.
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